Rosas para Paula

 



Paula se levantó muy temprano, alegre y optimista; sus familiares no lo creían, ella los escucha con perfecta atención. Sus oídos se habían despejado, adiós sordera, puedo hablarles con su antigua voz dulce. Paula Sabater platicaba con sus hijas, con sus amigas, con sus vecinas; y quiénes se había enterado que ella amaneció como si nada le hubiera ocurrido después de tantos años de cirugías o radioterapias, le llaman milagro. Las personas que el día anterior la miraron agonizar y se despidieron, estaban alegres. Es una maravilla, se decían. Paula ha vuelto a la vida; le podían dar de comer y beber. Otros parientes llegaron con flores, con rosas y coronas, pues pensaban que asistirían a un funeral, pero fue todo lo contrario, la moribunda sonreía, comentaba, aconsejaba, besaba a sus cercanos como una buena madre. Simeone, su vecina le comenta que creía que de anoche no pasaba y que no habría para Paula un nuevo día. Pensé también que hoy no la encontraría tan alegré y sonriente. ¿A qué horas se dio el milagro, se ve muy sana, cuál será es su secreto? Simeone, no hay milagro ni secreto, sólo que hoy, me he dado cuenta que este es mi último día, y es más hermoso que el de mi nacimiento. Paula, comentaba a Simeone, aunque ella ya no la podía escuchar.

 

 

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